El café milmesetas, un café de origen
Parte de la historia de nuestra finca y de la región, está ligada al café.
Nuestra finca está a medio camino entre Fusagasugá y Pasca Cundinamarca. A mediados del siglo XX el café era un cultivo generalizado en la zona, sin embargo dejó de cultivarse, ya que al estar en tierras altas, 2000 m.s.n.m. No es tan productivo.
Hoy día la geografía aporta interesantes cualidades de nuestro café. Al ser un café de altura y especial, se destacan ciertos sabores y aromas, además es menos atacado por plagas y enfermedades, permitiéndonos un manejo amigable con el medio ambiente.
🦉 Cultivamos un café libre de venenos y elementos perjudiciales para el medio ambiente o los seres humanos 🦋
Desde que tengo memoria en el solar de la casa siempre hubo algunas 30 matas de café, rezagos de aquella época, las cuales continuamente mantenían un pepeito, que cosechábamos y tostábamos para nuestro consumo.
Semillero de café especial
En el año 2005 quisimos retomar parte de esa vieja historia, buscamos un lote en la finca donde hacer un pequeño cultivo y sembrar por lo menos unas dos mil plantas. La labor no fue sencilla, ya que queríamos cultivar una de las variedades tradicionales, La Típica, y esta necesitaba sombra.
En la finca no había un bosque establecido dónde sembrar el café así que tuvimos que comenzar a plantar uno.
Uno de nuestros objetivos es lograr un café especial, con un perfil de taza único y característico ☕
Crear el bosque fue una gran experiencia, buscar una diversidad amplia de árboles que sirvieran de sombrío, sembrarlos y cuidarlos.
Se plantaron diferentes variedades: guamo, cedro nogal, nogal cafetero, balú, gualanday, ocobo, yarumo, guayacán, pomarroso y también plátano, que sirvió de sombra inicial para el café.
Aves del cafetal
Al cabo de 15 años el bosque se ha establecido, lo que en un comienzo creímos duraría toda una vida en formarse, hoy día es una realidad, los árboles crecieron, el café habita la parte baja del bosque y han comenzado a acompañar también un sinnúmero de aves que antes no se veían.
Este pequeño ecosistema se ha convertido en el pulmón y motor de nuestra finca y parte importante de nuestra esencia.
Otro reto importante fue recuperar el suelo, al café le gusta los suelos ricos en materia orgánica, saludables, como los suelos de un bosque.
Tras muchos años de haber trabajado esta tierra en diversos cultivos y prácticamente sin descanso el deterioro era evidente. Es así que comenzamos de la mano de un espíritu totalmente orgánico a implementar diferentes estrategias para la recuperación. Se sembraron follajes que se incorporaban nuevamente al suelo, se fertilizaba el café con materia orgánica y mineral. Poco a poco la misma capa vegetal del bosque que se establecía, fue nutriendo y recuperando el suelo.
Hoy día contamos con unas 2200 plantas en una hectárea de terreno, las cuales cuidamos con esmero, con prácticas totalmente amigables con el medio ambiente y con la expectativa de poder compartir parte de esta experiencia en una deliciosa taza de café colombiano.